Un ciempiés se enterró una espina,
un ciempiés se enterró una espina.
Allá va doña Josefina a ver qué le pasó al ciempiés.
¡Ay! ¡Ay! me duele mi dedo.
¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! me duele mucho el dedo.
Diga usted doña Josefina,
diga usted qué puede hacer.
Con una agujita fina y un poquito de algodón,
en seguida se lo sacó y contento quedó el ciempiés
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